Wednesday, July 05, 2006

UNA LENTA MIXTURA

En la transparencia del destilado los colores y las formas se multiplican y disparan. Allí están en lenta maceración, sin apuro, sorbiendo por cada poro ese agua que quema, ese agua ardiente. Flotan los higos, las pieles amarillas de los limones y los trozos de mandarinas.
El lento reposo se prolongará por días hasta llegar al punto exacto de simbiosis lacerante. La fruta traspasada del elixir de uva quedará oronda y ahíta e irá esparciendo sus más íntimos sabores y aromas, dejando su huella imborrable en el líquido final. Después vendrá la junta de este resultante y el almíbar, más algunos pequeños pases mágicos que compondrán finalmente el licor de fruta. Como los guindados y apiaos, que dejaremos para otras ocasiones, con ese resabio colonial y dejo a cosa del pasado, a lentitud, a siestas, a tertulia. Los licores coloniales vienen llegando.
Vestidos y engalanados en ropajes de obsequio primoroso y gentil. Encargue con paciencia y galanura: 8-5914529. Licores Coloniales Doña Raquel.

LICOR DE HIGOS, ELIXIR DE AMOR

Tan dulces como el amor, tan empalagosos como el olvido, los higos siempre se han asociado a la fecundidad y a la resurrección. Los bereberes los esparcían en sus plantaciones para propiciar una buena cosecha. Muchos pueblos también utilizaban el líquido lechoso que desprenden al ser cortados, como ungüento contra la esterilidad y para favorecer la lactancia. La cultura judeocristiana asocia el higo a lo femenino, mientras para los árabes es símbolo de lo masculino.
El dulzor de los higos acompañó a las grandes culturas, en las que se los consagró a los dioses y a los héroes. En Egipto sólo se comían luego de ser bendecidos en ceremonias especiales y su recolección incluso fue inmortalizada en una de las paredes de la pirámide de Gizeh.
La Biblia lo menciona en muchos de sus pasajes, como en el Éxodo, cuando se habla de la ofrenda hecha a Moisés por los cananeos, la cual contenía este dulce fruto.
Dicen que era el fruto preferido de Platón, el gran filósofo griego, quien seguía la tradición de sus ancestros, quienes no dejaban de plantar una higuera en el lugar público dedicado a la reunión de los ancianos, la cual luego consagraban a Dionisos, el dios de la renovación.
Los griegos los encontraban tan nutritivos y saludables que Galeno los aconsejaba a los atletas e Hipócrates -el padre de la Medicina- los usaba para combatir los estados febriles.
Los romanos también disfrutaban de los higos, los que adornaban con profusión las mesas de los grandes banquetes.
Los antiguos tenían mucha razón al saborearlos y dedicarlos también a fortalecer la salud y la belleza. Los higos frescos contienen una sustancia llamada cradina, la cual los hace muy digestivos, mientras los secos son ideales para mantener la salud, en general, y sirven como laxantes, diuréticos y expectorantes.
Existen nada menos que 600 clases de higos y se pueden preparar de múltiples formas, en ensaladas, para acompañar el aperitivo, confitados, rellenos con nueces, en dulces, mermeladas, almíbares, kuchenes y tortas.
Y Licores Coloniales Doña Raquel loS tiene como centro de su actividad artesanal, pues con ellos elaboramos un exquisito licor, impregnado con el aroma y el sabor vigoroso y agradables de este fruto.
Para acompañar a este elixir de dioses nada mejor que los quesos fuertes (camembert, roquefort), higos frescos o secos, uvas, salmón ahumado, anchoas, entre otros.

UN NÉCTAR DE DIOSES

Los higos se maceran durante 20 a 30 días en aguardiente Doñihue. Lentamente, en lugar asoleado, sin apuro, a su propio ritmo. En los envases de vidrio se va apreciando la pausada conjunción de la fruta y el destilado. Este último impregna y traspasa los higos, extrayéndoles todo el aroma, el color y el sabor.
Después de este período -e incluso más tiempo, si se puede-, el líquido oscuro, color rubí, se mezcla con un almíbar grueso y con paciencia se hace el licor, siguiendo la receta probada por generaciones en el seno de la familia. Se utilizan sólo ingredients naturales, nada de prservantes, colorantes ni saborizantes.
Se embotella y deja reposar hasta que un degustador decida saborear su cuerpo tostado. Sin duda, un néctar de dioses.

NARANJAS, MANDARINAS Y LIMONES

Un camino similar siguen naranjas, mandarinas y limones. Sus pieles ya están en lenta maceración, esparciendo sus más íntimos sabores, aromas y colores. El agua-ardiente los baña de día y de noche, sin pausa. Hay que dejarlos, no molestarlos en esa danza silenciosa, en ese diálogo que los transformará sin cambiar un àpice de su ser esencial. Van sin aspavientos camino a la inmortalidad embotellada, hasta que un gourmet haga brotar, lentamente, el néctar final.
De lo bueno, poco, dice el saber popular. Sólo una copa pequeña para saborear intensamente el bouquet; tal vez un acompañamiento de frutas frescas o secas, quesos fuertes y la reconfortante compañía de familiares y amigos. Nada más. De lo bueno, poco...y mucho.

Licores coloniales Doña Raquel
Encargue con paciencia, sin apuro, con galanura y señorío: 8-5914529.
Mail: raquelazocar@vtr.net y raquel.azocar1@gmail.com

LICORES, EL SABOR DEL MESTIZAJE

El mestizaje es nuestra impronta, el crisol donde se fundió la genética de los ancestros. Y la Colonia fue el tiempo, el espacio de la fundación de ese accidente, esa circunstancia, esa realidad que somos hoy los chilenos de esta tierra larga y buena. En la Colonia no sólo se mezclaron las etnias, las sangres y los cromosomas, sino también los sabores, los de allá y los de acá, el fruto de la tierra vieja y la tierra nueva -para los de afuera-, pero muy muy vieja también para quienes marcaron su huella en ella por miles de años.
Muchos, fueron muchos aquí antes de que llegaron los advenedizos. La Colonia es fundación y fundición. Y así como van naciendo los nuevos guisos, con acopio de resabio español, indio, tal vez también con dejos africanos, también surgirán las bebidas que saciarán güergüeros resecos y ayudarán a pasar calores y penurias, embotamientos y desazones.Las parras prenderán de maravillas en los suelos del norte pedregoso y del centro que verdea con los plantíos. Habrá vino para el culto y alcanzará para todos los demases; para paliar temblores y terremotos, hambrunas y guerreos. No habrá de qué quejarse si el vino descansa en las tinajas y los destilados gotean en los alambiques.

Alcanzará no sólo para la misa, sino también para la tertulia y la fiesta. Nacerán mistelas, sorbetes, sangrías, apiaos y guindaos. Los ponches amenizarán las mesas de las celebraciones y banquetes. Frutas y destilados, frutas y aguardientes exprimirán sabores, aromas y colores para deleitar paladares y engalanar jolgorios.
Bebidas coloniales, licores del mestizaje, manjares inmemoriales.
Licores Coloniales Doña Raquel. Con el sabor del ayer.
8-5914529 raquelazocar@vtr.net raquel.azocar1@gmail.com



Cola de mono
ANCESTRAL MAGIA DE
LECHE Y DESTILADO


Leche y aguardiente han hecho un buen maridaje por casi dos centenas en Chile. La historia es larga y cuajada de mitos y anécdotas sabrosas, siempre alimentadas por el imaginario popular.
Las versiones son variadas y atractivas. Algunos dicen que este nombre tan peculiar – Cola de mono-, se debe nada más y nada menos que a las botellas del licor español Anís del mono en que se envasaba este brebaje disparatado a comienzos del siglo XIX.
Pero otros no le dan luces a esta versión y cuentan otra que tiene como protagonista al candidato presidencial Pedro Montt, quien salió derrotado - “colista” - la primera vez que se presentó como candidato a este alto cargo en 1901.
Cuenta la leyenda que los adversarios de Montt -y partidarios de Germán Riesco, el vencedor- celebraron la victoria de su candidato en una fábrica de helados de la calle San Pablo. El dueño del local, discurriendo cómo satisfacer a los contertulios, no encontró nada mejor que verter aguardiente sobre unos helados de café con leche algo derretidos. Así nacería la Cola de Montt o el Mono de Montt, esto último aludiendo al oscuro color que compartían tanto la bebida como el candidato perdedor.
Pero también hay una tercera versión que también tiene como protagonista a Pedro Montt, ya investido como presidente, luego de su segunda y exitoso intento electoral, en 1906.

Cuentan que luego de una opípara cena y baile en una casa de dudoso prestigio, don Pedro, viendo que llovía torrencialmente, decidió retirarse y pidió que le trajeran el revólver marca Colt que había dejado en custodia con la dueña de la casa. El famoso revólver no apareció (dicen que sus acompañantes lo escondieron a propósito, faltaba más...) y el Presidente decidió quedarse otro rato. Pero la comida y licores comenzaban a escasear en forma alarmante y ante tal “adversidad” uno de los contertulios tomó “al toro por las astas”, perdón, a una jarra de café con leche por las asas y le añadió con decisión de desesperado una buena botella de aguardiente que se mantenía sana y salva, aún.
Con el ánimo vivo y compuesto algunos brindaron por el Colt de Montt , el revólver culpable de que todos se quedaran más tiempo a disfrutar de tan sabroso y original brebaje. Este Colt de Montt derivaría posteriormente en el famoso Cola de mono que nos acompaña hasta nuestros días y engalana nuestras mesas, en especial durante las fiestas de fin de año.

Mezcla divina
El cola de mono tiene un cuerpo de leche, especias y aguardiente. Es invitado central en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, pero su exquisitez y finura lo pueden tener de protagonista central en cualquier ocasión.
Elaborado a la antigua usanza, sólo con ingredientes de la mejor calidad (leche condensada, el mejor café y el aguardiente de mejor calidad) y sin preservantes, saborizantes ni colorantes. Esa es la propuesta del Cola de Mono Doña Raquel, beber de la mejor tradición culinaria, refrescando el paladar con una sabrosura.
Y no sólo para las fiestas de fin de año, sino para toda ocasión. Bien helado, en elegantes copas o en sencillos vasos, puede vestir celebraciones y fiestas, uniendo a jóvenes, viejos, hombres y mujeres de todos los estratos sociales. Un trago centenario, sabroso y ... democrático.
Encargue con paciencia y sin apuro, ojalá con anticipación y esmero 8-5914529 raquelazocar@vtr.net raquel.azocar1@gmail.com
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